lunes, 23 de diciembre de 2013

Y a este periodo de mi vida le llamaré:

Intento romperme la cabeza,
los dedos,
para escribir algo coherente
o que me de sentido.

Las luz desquiciada, parpadeante.
Suena una voz enlatada de cualquier film
que no nos deja escucharnos.

Justo ayer les hablé de ti.
A todos.

Y me tembló la voz.
El pulso.
Los párpados.
La seguridad que da lo cierto.
Lo bonito que es lo incierto

-Estás haciendo de algo precioso algo desesperante.

He salvado frases.
De todos.
-Deja tus putos dramas de lado.

Los miedos.
El miedo.
A qué. A quién.
Las guerras particulares entre las entrañas y lo que sentimos.
Aquí encontramos al miedo.
Las que siempre huimos.
Pero que estamos hartas.
De cenar duda.

Esta declaración no se parece en nada a nada.
Ni siquiera a mí.

Atención.

Luces de neón.


Te doy permiso para el doble sentido.




Dependencia.
Lo que mata es el no estoy, pero todavía no me he ido.
Porque no responder es también una respuesta.
Todas esas idas de cabeza.
Responde, joder.


Alguien está gritando.
En la televisión sale un agónico Henry Fonda.

Pero aquí no hay nadie que me explique
el rollo de la lucha de clases.

Me está sobrando hasta la piel.

Solo apunto fechas 
para exámenes.


Por la movida de Sabina
del miedo a la vejez,
los almanaques.



Por el miedo a todo.
Por el miedo.
Todas las ciudades son pocas a mis ojos.
Porque tú nunca las construyes.
Con tus putas manos.
A qué.
A quién.


A conocerme y no reconocerme.
A conocerte.

Pero tú no estás, vida.
Más que al sur de mi boca.
Sin buscar un 'de Madrid al cielo'
porque nos merecemos más que agitadas ciudades
contaminadas por falta de ética.
Que no te estoy hablando de medio ambiente.

Estamos desangrando las horas. Rojo. Busca la cuarta acepción y ojalá te reconozcas.
Ojalá me recompongas.
Me veo en un fotograma persiguiéndote.
Pedazos de nadie.
Que me hastían los bares,
los cualquieras,
reconstruirme de costillas ajenas.
Y que estoy cansada, qué coño.

Toda la puta vida cambiando de dirección.
Hoy decido que me quedo en ti.

Y que venga el miedo y nos despeine.

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