martes, 28 de enero de 2014

Aquí no tenemos reglas de convivencia porque somos el desorden en contrasentido. A placer de tocarnos a manos vacías. 

Rescato este verso porque es el único modo de no perderse en contrasentido. A placer de tocarse a manos vacías.
Entrecierro los ojos mientras Benjamín Prado recita algo de Ángel González para salvar a la humanidad de ausencias no compartidas, que son la patología principal del miedo.
A placer de tocarse a manos vacías.

Cojo todos los trenes posibles pero ninguno me lleva a casa y acabo arrepentida en el mismo bar de esta ciudad, hablando con cualquiera del precipicio de falsas ideologías y de los valores subcutáneos de tus manos. Ahora parece que vas a mezclar fuego y gasolina.

Una aprende a necesitar así, sin garantías.


Pero Rebeca Jiménez me susurra que hay mil maneras.


A ti, mamá

La primavera siempre dura un segundo más si tú me miras. Las distancias no se dejan hacer porque aunque estés a seis horas de mí llevo veinte años de tu sangre corriendo por mis venas. Y no hablo de fría genética. Hablo de cariño, de ganas que siempre nos acercan porque nunca nos dejan irnos, y si viajo y hago las maletas siempre me llevo pedazos de ti.

Te escribo estas palabras a ti, pilar indispensable de mi vida que hace de mí una infraestructura sólida y firme. Porque si me derriban tú me vuelves a reconstruir con tus costillas. Es que te miro a los ojos y cada día se me hace más veraz que Dios es mujer.

Feliz cumpleaños. Respira profundo porque siempre estoy contigo.

martes, 7 de enero de 2014

Te llaman porvenir porque nunca vienes. 

Joder, el verso que siempre hubiese deseado escribir.

Cuando estoy triste cojo a Ángel González,
 aparece a tientas,
de la única forma que Ángel González sabe venir y volver.
Cuando estoy triste cojo a Ángel González
y le susurro que te llame porvenir.

viernes, 3 de enero de 2014

Lo peor de todo no es pedir auxilio
pero no encontrar manos.
Lo peor de todo no es el olvido
ni las ausencias ni los centímetros de piel que sobran.

Lo peor de todo es el desgaste,
observar que todo hace aguas y la impotencia
que se desprende.

Lo peor de todo fue frenar las ganas.
Que ya nos lo dijo Quique
despacito,
en voz baja.


pero que no te me olvides.
Leo a Cohen de arriba a abajo
pero nunca te destierra.


Que ya no soporto este amor propio desmedido que,
prácticamente, 
se ha convertido en tuyo.