lunes, 26 de agosto de 2013

He construido un diminuto apartamento al oeste de tu boca. Verás. Veamos. No tenemos que comernos la cabeza con lo de llegar a fin de mes, ni proponernos gastar menos en eso del agua y la electricidad. No es una casa común.
Nuestra casa, como te he dicho, se encuentra en el barrio-oeste de tu boca. En la calle anarquía. No tenemos vecinos. Bueno, si. Son todos los versos que me arrancan de ti durante unas horas. Durante unos segundos. Pero ellos no se quejan cuando te grito o cuando monto fiestas con tus amigos -y a mí me da por cantarte a Ferreiro como si se nos cayese Turnedo de la boca-.
No tenemos hipoteca, ni tampoco estamos de alquiler. Los bancos no nos ajustician. No tenemos buzón ni cartas porque todo lo que tengo que decir tiene un único destinatario: tú.
Un día cogiste un bote de pintura y te dedicaste a pintar las paredes de color libertad y no sabes lo bien que combina con tu pelo.
Tenemos una puerta blindada para que no se escapen los rayos de sol. No tenemos calefacción -a mí solo me basta tu cuerpo como chimenea- y tampoco tenemos cocina porque tú eres mi plato favorito -y no me importa repetirte todos los días de mi vida.- Y si tenemos sed, nos besamos.
Aquí no tenemos reglas de convivencia porque somos el desorden en contrasentido. A placer de tocarnos a manos vacías. Yo sé que tú me entiendes.
Aquí no tenemos televisión porque dramas nos sobran. Nuestra cama está hecha de promesas sobre tierra y no tenemos sábanas -hace tiempo que decidimos arroparnos con poemas de Neruda y germinar.-
Nuestro baño está hecho a base de mareas de espuma y, a veces, de tormentas pero tú siempre lo calmas. Y por eso te quiero un poquito más.

Tenemos un bonito jardín en el fondo de tus ojos y las plantas solo necesitan de mi saliva para hacer la fotosíntesis.
Nuestros armarios solo guardan libros apilados de papel reciclado y discos de los grupos que tu padre escuchaba cuando era joven. Hemos tirado todos nuestro carnets porque yo sé quien soy si tú estás aquí. Y no necesito de pasaportes porque tú me impulsas a volar sin paracaídas.

¿Aún no te he hablado de las vistas? Veamos. En nuestra habitación no tenemos techo y, por este motivo, podemos ver todas las constelaciones que nunca vamos a identificar. Mi favorita se esconde en tu ombligo.
Esta casa está hecha para los días de levante y las noches precipicio.


Esta casa empieza en ti y acaba en mi. O empieza en mi y acaba en ti. Y es lo bonito.


martes, 20 de agosto de 2013

"He vuelto a las andadas,
he vuelto a enloquecer"

¿Cuánto pesa este desastre?
Me tiemblan las piernas pero no es por él.
Que yo no necesitaba un vals para olvidarlo,
lo que yo quería era a un okupa en la esquina de mi boca.
A veces me asalta esa tierna manía de necesitarlos a todos
y los celos me incendian los intestinos como si fuese
un poder
o
m
n
í
v
o
r
o.
Y el cielo se me queda corto para edificarlos como los dioses de mis poemas.
(o de mis desórdenes)
Y me pregunto qué coño será de mí (todas quedamos más bonitas entre paréntesis).

de momento me conformo con que son las 16:50 de un martes cualquiera,
no falta café pero sobran las ganas
y está sonando Ennio Morricone.

"Me he curado y, lo creas o no, preferiría cualquier cosa en vez de esta lucidez triste." 
Pero yo no.

Yo de mayor quería ser latido
irregular
y derribar estructuras.
Yo de mayor quería ser arritmia.



martes, 13 de agosto de 2013

Hoy hemos hecho una lista de nombres obscenos.
Lo que quiero decirte es que tenemos cervezas
y ganas. Descaro.
Día 4.


Hoy hemos hecho una lista de verbos obscenos.
Y me he sentido tan libre que he hecho una llamada perdida
a nuestra química.
La crisis emocional de las 02:37.



miércoles, 7 de agosto de 2013

Siento celos de todas las mujeres que no he sido contigo.
Los tiempos están cambiando, decía Dylan, y a mí me estás cambiando.

domingo, 4 de agosto de 2013

Me pones el norte bocabajo
y esto no es el sur.
Y a mí me tiemblan todas las estructuras.

Odio tu forma de cavilar pero
te lo perdonaría por todas las interrogaciones
que formaste en mi cabeza.
Y me volviste vacilación.

Me enamoro de las personas con principios 
tan sólidos como mis pies.
Un "yo sé lo que me digo" debería formar
un "yo sé lo que te hago". 

Algunas noches me enciendo y me prendo,
y necesitamos un teléfono de urgencia 
para humedecerme
-hubo un día en que fuiste un "prohibido llamar"-

Algunas noches me vuelvo monocromática,
me desvisto de sombras y reorganizo mis promesas.
Esas que nunca cumplo. Esas que siempre hago.

Y a veces me asalta el complejo de pared agrietada,
desconchada por las esquinas y con el pasado lleno de cicatrices,
con los techos desvalijados y desprovistos de alma.


Nunca escribo en pretérito por no dolerme.
Me aferro a que siempre quedan manos de pintura. 

jueves, 1 de agosto de 2013

"Me acojona lo rápido que muta mi vida."  (Lorena García Maldonado)

Agosto me abre la boca y la vida como acostumbra a hacerlo, entra como un vendaval de sinsentidos y se marcha restándome cifras y dejándome en déficit para conmigo misma.
Quince días y pienso en todo lo que muta mi vida.
Hace apenas un segundo estaba en el asiento trasero del coche de mi padre escuchando a Sabina sin saber quien era ese loco, cantando sus versos sin saber muy bien qué coño era eso de sexo, drogas y rock and roll.
Hace apenas una vida pedía muestras gratuitas de tampones porque me creía dueña de mi cuerpo y muy madura por tener correo en el buzón.
Hace apenas una primavera mi pecho guardaba congelados inviernos con sujetadores por encima de la talla y ahora salpica pasiones -me implico, no sé si me explico.-
Y es que hace apenas un día estaba tomando mi primer cubata -Malibú con piña-, fumando mi primer cigarro -a día de hoy no sé ni tragarme el puto humo- y rebelándome contra-conmigo-misma.
Hace apenas unas horas alguien me estaba hablando de una sucia guerra fratricida, de ideologías y de banderas y desde la mano de mi madre el mundo se configuraba bonito.

Tengo 20 años y voy a seguir poniéndome vestidos de flores pero siendo protesta constante.