lunes, 15 de diciembre de 2014

De los amores contrariados

Se nos escapaba la complicidad por las costuras por rompernos y querernos dinámicamente en cuerpos tan reducidamente estáticos.

A la manera de Cortázar yo me enganché de tu boca porque era la salida más precisa de este mundo, tú me hablabas del progreso y de viejas consignas, de himnos caducos y banderas oxidadas. Únicamente esta certeza: el mundo empieza en tu boca y termina en la palabra.


  

martes, 9 de diciembre de 2014

Yo creo en Dios
y elijo creo porque no sé si lo creo,
y por eso no digo afirmo Dios o sé Dios.
No tengo certeza de Dios.

Descreo cuando veo la estratificación del mundo,
el primero como opulencia,
el tercero como una sombra.
No hay vías de desarrollo porque están capitalizadas
o sacrilizadas. Yo no encuentro la diferencia.
El Vaticano tampoco. Capilla Sixtina, 16 euros.
La pobreza en el mundo se extiende fría y robotizada.

Descreo cuando hay una guerra y maneras de
justificación. Superpotencias que necesitan
ofrecer una salida a su armamentística.
Entonces Dios se me torna subversivo
y reniego de su palabra.
Hágase tu voluntad en la tierra.

Descreo cuando Dios se torna jerarquía rancia,
cuando abortan mis derechos,
cuando legislan en mi vagina,
cuando cercenan LIBERTAD,
cuando Dios se vuelve dictador
y quieren que crea en la piedad.

Descreo cuando el pueblo sufre y llora,
cuando se le mata en las trincheras
y hay alabanzas a los asesinos (bajo palio)
y perdón en fosas comunes.
Entonces Dios se me torna fascista y humillante,
vomitivo.

Yo creo en Dios
y elijo creo porque no sé si lo creo,
y por eso no digo afirmo Dios sé Dios.