domingo, 18 de mayo de 2014

En esa etapa de mi vida yo solía arrojarme a las barras mustias de los bares, con la sonrisa a media asta y la química encendida, con esa misma actitud descosida del desgobierno propio y la soledad palpitante y sanguínea.

con ansias de que me estés envenenando

Callaba y fumaba a partes iguales; lo trascendental se resumía en tardes de Pessoa y noches de Mutis. Sentía el vacío tan propósito de mí que llegaba a creer que dormía con él. Veía vacío en todos los espacios que me conmovían: en los ojos de la dependienta, en las risas de contrabando, en la miseria dignificada en la universidad como emblema del cambio y del progreso (las mentiras progres que escuecen), en la sordina de los amores que no son amores, en la transitoriedad de la vida. Quedaba el vacío hasta en el frío anodino de mis relaciones personales.

quedó algo de nosotros en esos lugares

Comencé a diferenciar el tiempo en un antes de conocerle y el ahora. A veces la derrota como símbolo del ahora. A veces la victoria como símbolo del ahora. En esa etapa de mi vida yo solía arrojarme a su desastre, con la sonrisa a media asta y la química incendiada, con esa misma actitud de descontrol consustancial que ambos desprendíamos. Y nos encantaba.

Dios se ha largado sin pagar la última ronda

Aún recuerdo cuando empecé a hablarle de él a todos mis vacíos personales. Que él me llenaba el despropósito de pies y manos. De sobra supe que todos me lanzaron a un domingo imperdonable. No podíamos salvarnos. Decían. Como si nos importara.

¿Quién te hubiera quitado la pena?

A este sentimiento viral yo lo había bautizado como poética de la libertad. Quería gustarle por encima de ataduras y controles, por debajo de esperas innecesarias y destinos que morder.
Nunca he sabido retirarme a tiempo.

Seremos la noche entera aunque me quiebres lo que se espera de mí.







lunes, 12 de mayo de 2014

Me aterra la sola idea de todos los poemas que ya he vivido -por las noches yo los destripo y los desangro porque vivirlos es matarlos- y que se van abandonando en alguna dimensión de fuga, en algún vértice de la memoria trasnochada. Solo los versos que nos calan, hieren. 
Aunque a veces pienso que la memoria es la ineficacia absoluta del hombre.
Por si acaso yo decoro mis estanterías con todas tus oraciones:
Hazme pura, Señor, pero no todavía.


viernes, 2 de mayo de 2014

Hace días que pienso en todo lo que estamos dejando escapar y me asalta de madrugada la prófuga imagen de la desesperanza con llanto y con las ganas en el suelo y arrugadas. Yo ya viví este momento. Yo ya deshice esta opción. Yo ya deshago a los veranos venideros en poemas, con el asco y la fiebre concentrados, con falta de oxigeno y la boca sin oficio. Hay relámpagos en el pecho que me clausuran las puertas, las ventanas, cualquier punto de fuga. Dudo de salir indemne de la propia palabra indemne.


De tu boca.