lunes, 15 de diciembre de 2014

De los amores contrariados

Se nos escapaba la complicidad por las costuras por rompernos y querernos dinámicamente en cuerpos tan reducidamente estáticos.

A la manera de Cortázar yo me enganché de tu boca porque era la salida más precisa de este mundo, tú me hablabas del progreso y de viejas consignas, de himnos caducos y banderas oxidadas. Únicamente esta certeza: el mundo empieza en tu boca y termina en la palabra.


  

martes, 9 de diciembre de 2014

Yo creo en Dios
y elijo creo porque no sé si lo creo,
y por eso no digo afirmo Dios o sé Dios.
No tengo certeza de Dios.

Descreo cuando veo la estratificación del mundo,
el primero como opulencia,
el tercero como una sombra.
No hay vías de desarrollo porque están capitalizadas
o sacrilizadas. Yo no encuentro la diferencia.
El Vaticano tampoco. Capilla Sixtina, 16 euros.
La pobreza en el mundo se extiende fría y robotizada.

Descreo cuando hay una guerra y maneras de
justificación. Superpotencias que necesitan
ofrecer una salida a su armamentística.
Entonces Dios se me torna subversivo
y reniego de su palabra.
Hágase tu voluntad en la tierra.

Descreo cuando Dios se torna jerarquía rancia,
cuando abortan mis derechos,
cuando legislan en mi vagina,
cuando cercenan LIBERTAD,
cuando Dios se vuelve dictador
y quieren que crea en la piedad.

Descreo cuando el pueblo sufre y llora,
cuando se le mata en las trincheras
y hay alabanzas a los asesinos (bajo palio)
y perdón en fosas comunes.
Entonces Dios se me torna fascista y humillante,
vomitivo.

Yo creo en Dios
y elijo creo porque no sé si lo creo,
y por eso no digo afirmo Dios sé Dios.





domingo, 30 de noviembre de 2014

Escribo por impulsos.

De verdad te prometo que el mundo no es esto:
la       c     o     n     s     t     a     n     t    e   dilatación de la espera,  el sabor amargo del paladar del whisky rancio, las canciones desgastadas. Te prometo que el mundo se reduce a unos ojos donde el vértigo solo se siente en las entrañas.


Y saltar.


¿Qué se escribe con tanto miedo? ¿Quién se rompe con tanto miedo?






Eme



martes, 25 de noviembre de 2014

.

La ciudad arde.
La gente camina con paso dispuesto,
no se miran, no se tocan.
El peso de la sociedad cae
a bocajarro.

Hay obras en el banco de la calle principal,
insignias dedicadas a caciques,
la democracia predispuesta en la boca
como balas,
como refugio de fascistas,
movilizaciones, policía.
Se miran, se tocan.

Aquí yace el despropósito.

Camino por una ciudad que arde,
cruzo semáforos en rojo,
alguien grita, alguien gime,
llueve, tránsito.

Hay amores virulentos,
personas dejándose en otros,
tragedia, desgana, llanto,
llanto, llanto, tanto llanto
que quererse es un acto revolucionario.

Hay literatura, lecturas de Peri Rossi,
Gioconda Belli; rutina, días precipicio,
noches de lecturas, agobio, calor, calor.
Vivo en una ciudad incendio.

Se desliza la nostalgia por mis ojos,
sacudo mis instintos, estallo.
Jamás podré ser como se espera:
no sé gestionar ausencia,
digiero el deseo a quemarropa,
tengo tristeza líquida acumulada en la garganta.

Habito una ciudad que es fuego.

Sin ti.



"¿Cuándo vas a venir (otra vez)
por aquí?"

(Quique González)














jueves, 20 de noviembre de 2014

No es tarde para la contención,
tu boca clausurando mi boca,

La fiebre, el desprecio, el latido.
El golpe.
Quiero que me leas lento.

Se me cae la literatura de los ojos al perderte 


puntualmente.




martes, 11 de noviembre de 2014

Me gustas tú y el brillito de educación pública de tus ojos.
Siempre nos dijeron que había que empezar
d i n a m i t a n d o.

Cuando voy a la biblioteca y miro a sus ojos,
y pienso en qué persona se estará muriendo uno
para salvarse de todos,
cuando pienso que el problema o la solución
no es que quiera perderme
c o n t i g o
sino que no quiera encontrarme con
o t r o s.

y cuando pienso en que me gustas tú
y ese brillito de educación pública de tus ojos.

sábado, 1 de noviembre de 2014

La tarde.
En mi casa,
se cantan los goles 
desde mi infancia
del equipo descosido 
pero provisto de valentía
-que es quizás lo que me lleva
a blasfemar contra la cobardía-
igual que...
Por la noche 
me descoso entre copas
que me conducen
a escribirte todos los mensajes
que relego a borradores
-jamás acepté la
derrota diaria.

Es atroz la contradicción.

La madrugada.
Los latidos acumulándose
en el pecho.
Cuando grito a todos 
que el verso de Benedetti
porque te tengo y no
debería haber sido mío.

(al menos esta noche
al menos estos días)

Qué puta la distancia y las ciudades que la cobijan








jueves, 2 de octubre de 2014

Esto no es una lección moral.
Que la vida iba en serio -en un claro homenaje descarnado, opaco y sucio a Gil de Biedma-
una empieza a comprenderlo con los huesos,
cuando la tibieza cae lánguida por las ausencias
que no supimos digerir
y el Gabo se derrite entre mis pulsaciones más
p r i m a r i a s.

Existen días que no sé qué escribir,
tampoco a quién. Y que llueva me parece
una falta de respeto.

Decía Fitzgerald que hablaba con la autoridad que le otorgaba el fracaso,
y yo hablo con la autoridad que me ofrece el abandono.
Este seco y depresivo sabor a abandono estirándose por la garganta.
Aquí, la madrugada cayendo a bocajarro,
los libros desordenados en el rincón,
este sin ti tan amargo y tan de Sabina,
aquí, donde la patria es una familia desahuciada
y el futuro un préstamo con acusados intereses,
donde mirarse a los ojos se considera una agresión,
te echo de menos.






miércoles, 17 de septiembre de 2014

Los ojos negros,
la piel caliente,
la cobardía intacta,
el amor compacto,
la vida a medias.


Porque creo que en este eterno desencuentro 
hay química, imán,
dialéctica.


domingo, 7 de septiembre de 2014

Despedirte de alguien es como abandonarse de un lugar.
Guardar en la maleta del olvido los recuerdos desprendidos,
las ganas ajadas por el tiempo,
las promesas ya oxidadas,
el tedio envejecido,
el sabor a limón en las comisuras,
las vistas en primera línea a tus ojos
oceánicos,
sin tristes redes,
sin rojas señales.

Necesito un espíritu que me amanse o que me aboque frenéticamente a la revolución.

Yo jamás seré como el pasado que te dio de beber.

Y de repente, el frío. 


domingo, 3 de agosto de 2014

Yo siempre termino sobre el patetismo del yo, el ingenioso y cándido autodominio, la cruda y trasgresora aceptación de lo que nunca se es, de la única forma en la que todas las creencias terminan subvertidas; concentramos a Dios en un vaso de tubo de cualquier sábado, sin labio, sin llaga, con gen.
Cuando leo gestiono ausencia, cuando escribo digiero deseo.

Fue divertido.


Sé que no me vas a buscar



Pero ojalá me encuentres.

Porque
todos los programas son políticos,
todas las casas son de citas,
todos los perros son andaluces,
porque todas las carnes son verbo,
todos los cuerpos son tú.


lunes, 7 de julio de 2014

Nunca conozco la palabra precisa cuando necesito descargarme de mitos mal curados y amores heridos. Quizás hoy no te escriba sobre la forma de quererte terca y asfixiante que guardo insistentemente en el pecho, en la garganta, en los párpados; tampoco sobre el método persuasivo para que te abandones conmigo puntualmente y me descubras ajena a mí misma, rozando con los dedos la locura, el desastre sin conciencia. Quizás me crea todas las promesas oxidadas.
De un tiempo a esta parte no hago más que leer incansablemente a García Montero. Todo conduce a los vagos recuerdos de amores transitorios, las bocas que besé sin desear, el deseo frustrado por no besar a bocas por las que me partí el labio, la soledad apretando incansablemente pero descubriéndose a mí -no planteo de otra forma el amor desmedido.

Todo es tan violento.

Me duermo tarde. Madrugo. No me aprovecho. Reflexiono sobre ti y sobre mí. Discutimos mucho. Nos matamos por cuestiones graves y por asuntos menores. Nos dejamos el cuello, el labio, nos enredamos sin argumentos pero nos enredamos. La defensa de las verdades sólidas alojadas en batallas enconadas, nuestros principios quizás transmutados en dogmas, la puta creencia de que si te grito que verme derrotada por tu lengua es una forma de subversión poética acabaré siendo desalojada de tu vida. Es necesario escribir sobre el miedo. Nuestra forma de discusión es encarnizada, desmedida, pasional, asfixiante, sangrante. Cuando yo te exijo por encima de tus miedos y acabo mimetizada en duda. Cuando tu me exiges que mitigue mi alma y yo te ofrezco disparates.

Todo esto es tan contingente
pero tan necesario.


sábado, 21 de junio de 2014

Hace días que pienso en toda la vida que dejamos escapar, las metas inalcanzables donde sufrimos el alma -si acaso existe la metafísica física-, en el sentido recto del camino aunque arrojemos resquicios de nosotros mismos en cualquier curva. Hace días que es sábado y a mí me hierve la piel.
Salgo a la calle y me aboco a la imposibilidad de teneros, nos asfixiamos con la contaminación de las promesas que hacemos a la ligera, aun sabiendo que después la indecisión no justificará la derrota: ¿quién se atreve a sostener que mi corazón no es una locura?

Hace días que pienso en la mudanza de los sentimientos, la eterna y honda decisión del no volver a escribirte, de la mañana sin poemas a los que aferrarse, más pulmonar, más racional, menos palpitante, menos sanguínea, menos viva. 
Hace días que pienso en la mudanza de los sentimientos, la prolongada decisión del no volver a llamarme, de las noches sin despedidas -a mí me da un vuelco el corazón cuando me dejas sin avisar-, más grávido, más debacle, más relámpago, menos luz. 

Recorro librerías con la idea de encontrar tu nombre en cualquier lomo, tus letras impresas en mis párpados, la agonía aleteando en la mente, la firme idea de que me habrás cambiado por cualquier señorita de labios rosas y mirada primaria, básica, con el talento desgastando los tacones, con el pubis característico de las muñecas de porcelana, con la idea interiorizada de que una poema sirve para decorar y no para cambiarte y quererte.

Hace días que pienso en todo lo que me estoy vedando a mí misma, la ley seca del deseo acechando en mis bares tomando copas con la insulsa creencia de que te alejarás de todos y me buscarás -vivo en el número 7, calle Melancolía-, la terca idea de que siempre existirá algún impedimento para tocarte acosándome.

Nunca supe escribir más por la creencia de la pérdida del tiempo en palabras rígidas que se adhieren a las paredes de los espacios de la incomprensión.  Porque te tengo y no. 

Es terrible
terrible
-t e r r i b l e -
se me deshace el deseo en las manos, las emociones se quedan a medio digerir.







domingo, 15 de junio de 2014

Ni siquiera

Tú no sabes qué es quedarte mirando
la misma sombra de la pared
durante horas,
llorar sobre la almohada
a hombres distintos,
llorar a una casa que
no encuentra
raíces
-que quizás nunca las tuvo-,
sentir el calor de las lágrimas,
sentir la derrota oprimiendo la garganta,
digerir el vacío y asimilar la plenitud
que jamás lograré alcanzar contigo.


Hay noches en las que escribo para vivir
y hay noches en las que vivo para escribirte.
Yo no encuentro la diferencia.


Hoy ni siquiera la poesía.

domingo, 18 de mayo de 2014

En esa etapa de mi vida yo solía arrojarme a las barras mustias de los bares, con la sonrisa a media asta y la química encendida, con esa misma actitud descosida del desgobierno propio y la soledad palpitante y sanguínea.

con ansias de que me estés envenenando

Callaba y fumaba a partes iguales; lo trascendental se resumía en tardes de Pessoa y noches de Mutis. Sentía el vacío tan propósito de mí que llegaba a creer que dormía con él. Veía vacío en todos los espacios que me conmovían: en los ojos de la dependienta, en las risas de contrabando, en la miseria dignificada en la universidad como emblema del cambio y del progreso (las mentiras progres que escuecen), en la sordina de los amores que no son amores, en la transitoriedad de la vida. Quedaba el vacío hasta en el frío anodino de mis relaciones personales.

quedó algo de nosotros en esos lugares

Comencé a diferenciar el tiempo en un antes de conocerle y el ahora. A veces la derrota como símbolo del ahora. A veces la victoria como símbolo del ahora. En esa etapa de mi vida yo solía arrojarme a su desastre, con la sonrisa a media asta y la química incendiada, con esa misma actitud de descontrol consustancial que ambos desprendíamos. Y nos encantaba.

Dios se ha largado sin pagar la última ronda

Aún recuerdo cuando empecé a hablarle de él a todos mis vacíos personales. Que él me llenaba el despropósito de pies y manos. De sobra supe que todos me lanzaron a un domingo imperdonable. No podíamos salvarnos. Decían. Como si nos importara.

¿Quién te hubiera quitado la pena?

A este sentimiento viral yo lo había bautizado como poética de la libertad. Quería gustarle por encima de ataduras y controles, por debajo de esperas innecesarias y destinos que morder.
Nunca he sabido retirarme a tiempo.

Seremos la noche entera aunque me quiebres lo que se espera de mí.







lunes, 12 de mayo de 2014

Me aterra la sola idea de todos los poemas que ya he vivido -por las noches yo los destripo y los desangro porque vivirlos es matarlos- y que se van abandonando en alguna dimensión de fuga, en algún vértice de la memoria trasnochada. Solo los versos que nos calan, hieren. 
Aunque a veces pienso que la memoria es la ineficacia absoluta del hombre.
Por si acaso yo decoro mis estanterías con todas tus oraciones:
Hazme pura, Señor, pero no todavía.


viernes, 2 de mayo de 2014

Hace días que pienso en todo lo que estamos dejando escapar y me asalta de madrugada la prófuga imagen de la desesperanza con llanto y con las ganas en el suelo y arrugadas. Yo ya viví este momento. Yo ya deshice esta opción. Yo ya deshago a los veranos venideros en poemas, con el asco y la fiebre concentrados, con falta de oxigeno y la boca sin oficio. Hay relámpagos en el pecho que me clausuran las puertas, las ventanas, cualquier punto de fuga. Dudo de salir indemne de la propia palabra indemne.


De tu boca.






viernes, 18 de abril de 2014

Hoy me aterra -me desespera- no alcanzar el clímax de las palabras, llorar en cualquier esquina, la subida del precio de las tasas. Es difícil combatir contra una misma, saberse impopular pero ineludible como cuando llueve en esta triste época y el pan sabe a desaliento. Pero acabamos claudicando y comemos y llovemos por dentro.
Hoy me angustian las necesidades irresolubles, que aterrizan en la carne como un temblor de tierra pero sin el mecanismo del amor que erigió Gabo, sabiéndose vacías y obscenas, latiendo de miedo o de indecisión, que yo no conozco la diferencia.
A veces, cuando me fundo en mis tristes crisis de existencia, me arranco la identidad y es entonces cuando la poesía no encuentra anclajes a mi boca y me desdigo de todo lo que afirmo pero tampoco afirmo todo lo que niego. Tengo miedo y necesidad. A partes iguales. Me he construido a base de romances musicalizados, de versos titubeantes de ciudades que me volvieron más cínica y egoísta -la injusticia de la justicia del consigo- y que ya no creo en nada y tengo la fe abarrotada de falsos Mesías. Porque la procesión, señores, va por dentro. 

Hay veces en la vida en la que una tiene que ser justa.
Y que me echo de menos, coño.
Que te echo de menos, también.



Hay método en algunas locuras.



decisión.
(Del lat. decisĭo, -ōnis).

1. f. Determinación, resolución que se toma o se da en una cosa dudosa.



Esta tarde extraigo unos versos de Gabriel García Márquez. Se nos están yendo los mejores y veréis el miedo cuando nos miremos a los ojos y solo alcancemos a ver decadencia:

Lo único que me duele de morir es que no sea de amor. 

lunes, 14 de abril de 2014

-no se permiten ir a medio gas-

Nunca fueron mi especialidad los inicios
ni fueron de mi agrado las amargas despedidas.
Que saberse de uno no era combatir contra el otro,
eso lo aprendí demasiado tarde. 
Aprendí, quizás más, en las noches que no estabas
y preferí a las madrugadas sin luz.
Leí devorando esqueletos de letras, 
encontrando residuos de ideas
pero siempre por debajo de mis expectativas.
Me entregué, con reparos, a desastres naturales
por miedo al miedo.
Qué sé yo si nunca se me ha caído el fracaso de la boca.
Qué sabremos nosotros si desde pequeños nos inculcaron
que a las heridas se les ponen parches y luego buscamos mapas
sin piel.
Que las causas justas pueden no vencer y que las metáforas también se suicidan,
como los principios de las madrugadas. 
Me descubría sentada en las escaleras,
bebiendo litronas, leyéndote a Borges, 
descifrando acentos y etimologías.
Este es mi cuartel de invierno.

Aquí no pasa nada, salvo el tiempo.

Todos los días que me preguntaron por el futuro y dije vivir. 
Aunque fuese de manera nula y primaria.
Aunque ya no quieras ser la portada de los periódicos 
por trasladarte a la intensidad de esquelas y de historia acabada. 






lunes, 7 de abril de 2014

Me he despertado con el verano metido en el cuerpo pero más vacía y primaria si cabe. 
Siempre con ese deje instintivo de derruir lo construido por temor a no soportarnos.
Incluso a tus contradicciones les doy cabida en mí.
Hay lunes que pesan como años
y personas con síndrome 
de canción triste y cobarde.




Las adictivas.


domingo, 6 de abril de 2014

No tengo muy claro que me ha conducido hasta aquí: si fue el artículo de Antonio Lucas del pasado día en El Mundo o si fue la canción a deshora de Joaquín (a algunas nos gusta retomar nuestras raíces incluso sin el vaso de ginebra, sin la sonrisa a media asta)
La única certeza que guardo es que no sé sobre qué voy a escribir. Qué puta maravilla es esto de la rebeldía discursiva.

Las calles se despiertan con la conciencia inerte. Esto lo escribí cuando calle Zamora era solo la sombra de todos nuestros despropósitos -porque eran tuyos y míos-, cuando veía a Salamanca reducida a parejas queriéndose en los escaparates y donde, simultáneamente, un grupo de preferentistas gritaba a las puertas indignas de una caja de ahorros. Esto es a lo que me refería con la conciencia inerte.

¿En qué momento mirarse a los ojos se convirtió en agresión?
Ay, no puedo oírte aunque te escriba a gritos. 

martes, 25 de marzo de 2014

domingo, 16 de marzo de 2014

los ojos llenos de Belmondo,
las manos en blanco y negro,
el cigarro de después de comer,
la ginebra de después de fracasar,
las afrentas personales que la gente tiende a colectivizar,
-el vacío del mundo en la oquedad de su cabeza-
las causas sociales sin pulso,
los actos políticos para partirnos las bocas,
el puto miedo, las putas envidias,
los viajes a ninguna persona,
las personas sin ningún viaje,
las ciudades que me faltas,
las faltas que cometes en mi nombre,
los nombres que nunca guardé en mi memoria,
el sur como casa y el norte como refugio,
los labios que nunca besé,
la piel que nos hizo un poco esclavos, pero libres,
la carne flácida frente al espejo del gimnasio,
Al final de la escapada nunca tuvo sentido.

Bébete todo el vacío.
Tengo apuntes y muchos frentes personales abiertos.

Ay amor, no sabes lo que ha sido verte
sentado en el sofá de enfrente
hablando de los dos 
como el que habla de algo suficiente 
(...)
Curioso vivir en tu ciudad y nunca verte

Andrés Suárez

lunes, 10 de marzo de 2014

'Puede que fuéramos demasiado jóvenes, no sé, o fue culpa de esa sensación absurda de que si encuentras a la mujer de tu vida con veinte años lo mejor es huir.' (Trueba)

Y mira que hora es. La 1:25 de un puto martes y aquí tengo las palabras ácidas, divergentes, dispuestas en fila para precipitarse a la hondonada de la tristeza. Contra toda certeza, contra todo pronóstico, elijo las notas que he escrito de madrugada, casi dormida, en las paredes internas de la soledad, apuntes de calles más rutinarias que mi vida -de mi casa a mi ruina, de la ruina a tu casa- sin dejar convencerme, sin propagar creencias propias -ya ni en mí misma. De la pólvora mojada, de las rebeldías de mujer a tientas, de incendio a brasa fría.

No sé por qué he elegido la oración -ahora Padrenuestro de las monotonías emocionales- de Trueba y, sin embargo, ahí está, como antecedente de todo, como descendiente de nadie. También los trenes siguen descarrilando.

(también
seguimos
en el andén
esperando)




miércoles, 5 de marzo de 2014

Me has dejado con los principios tiritando
por los pies, los versos congestionados,
la vida como todo lo distinto a lo distendido,
Me has dejado como a una apátrida
sin señas de identidad,
como cuando me lavo los dientes y lloro,
como cuando ojalá se convierte en oración,
como cuando se termina cualquier libro,
como cuando me vuelo la nuca con metáforas,
como cuando Urquijo termina de cantar despacio,
como cuando se da connivencia entre orgullo y decepción,
como cuando te veo en todos los telediarios.

A la vida le falta valentía. A mí me sobra miedo.

He cogido Carnets y he llorado porque sé que, como Camus,
ahora voy a escribir.

Qué triste estaba Madrid en febrero.

Me has dejado con tu adiós y mi ven.
Y de pronto al mundo le falta el suelo.







sábado, 22 de febrero de 2014

morirme de vida mientras la ciudad está fría
y alejada de todo lo que me gusta
y hoy he llorado delante del espejo
mientras me lavaba los dientes.
levanto los ojos, las manos,
la sensación de abandono al lado de la mesilla
que se despierta conmigo las noches en las que
el despertador revive horas antes para hacerme saber
que quedan pasos por dar y personas por las que morirse
canciones que olvidar y palabras contra el olvido.

de madrugada las aceras como la ropa interior que nunca
me he atrevido a quitarme, las sábanas compartidas que se
arrugan sin fricción y fríos tercios que se deslizan por la garganta
para recordarme que siento.

la fiebre que me asalta, el calor insolente por las piernas,
pasillos, escaleras, elegías, tanta sensación de ahogo en el pecho,
tanta desilusión estirándose en la garganta.

el poeta dijo que se conformaba con tenerte a ti y con tener conciencia.
creo que era un poco así.
y joder como llueve.

sábado, 15 de febrero de 2014

La esperanza inútil de viajes que nunca llegarán,
la fuerte arritmia cuando se lee a González-Iglesias
con sus descarnizados versos: En los actos sociales pienso en ti.
Guardarse la piel entre jirones de desengaños, renuncias,
débiles promesas.
Noches de sábado para encontrarse en el fondo de los vasos.
Se bebe deprisa y se quiere despacio. Como táctica de vida.
Los grandes amores que se pudren en carreteras,
las grandes pasiones que se esperan en estaciones.
El ser sin haber sido,
la ausencia y la necesidad como eternas rivales,
los poemas que nunca nos hemos recitado a los ojos.
Así es cómo te echo de menos.



Salamanca y sus fachadas también hablan de ti.

jueves, 13 de febrero de 2014

La resignación es un suicidio cotidiano. Balzac

Muevo los dedos con urgencia entre el espacio
que queda entre las sábanas y mi cuerpo
por esta indomable querencia
al suicidio de las emociones
que no puedo controlar.

Me arranco la boca con urgencia cuando escucho a algún cantautor
hablar sobre el amor y lo jodido que está
aunque encuentre amanecer entre sus dientes,
aunque encajen las piezas del poco sentido del mundo
cuando le tocan.

Igual me enamoro deprisa y me desengaño despacio.
Coloco marcapáginas en el escritorio para no perderme
entre la infinidad que me estás escribiendo.

Se me han corrido las ganas de verte.


Con lo fuego que eres y que no nos estemos quemando...

El síndrome de Diógenes de personas.


lunes, 10 de febrero de 2014

No voy a publicarlo.
Ni voy a decir que las noches que faltas
-que, por otro lado, son eternas-
leo tus palabras para aferrarme a algo,
para llenarme de todas tus debilidades,
para hacerlas un poco mías,
para soportar tus gravedades
-para evitar que la fuerza te haga caer-.

A veces hace más frío dentro de mí
que en cualquiera de estas calles
donde me pierdo y me busco
sin encontrarte.
Ay, las ciudades que nos separan.

Hay esquinas veladas de mí que incluso yo me desconozco
porque nunca nadie ha varado
-los miedos ajenos que aterran-.

Me pesan las palabras en la boca,
jamás he sido proclive a las dietas verbales
y estallo, estallo, estallo.

No voy a publicarme.
Los verbos de movimiento son tu especialidad:
las idas y venidas.
Los paréntesis.

Te leo y me sacudo.
Para no cortarme de un tajo las ideas.
Para no enloquecer.

Las noches siguen eternas.
Porque necesito creer en tu protesta.
Todo son excusas: lo único que yo quiero es mirarte a los ojos.
Estado civil: espero.

Y espero que olvides
que detrás de la literatura solo hay literatura.
Porque las clases de teoría solo quedan en malas praxis.

Recuerda que el apéndice del hombre es el alma,
que quiero que me arranques todo,
me desdigas cada una de mis verdades,
desalojes las miserias y me ofrezcas

c a s a

en tu boca.


Ay, las ciudades que nos esperan.

jueves, 6 de febrero de 2014

De intenciones, cervezas, relaciones, promesas a mí misma y otras movidas.

El otro día quedé con un amigo para tomar unas cañas. Antes de nada, no voy a escribir con mi praxis habitual, así que perdonadme el atrevimiento. Como iba diciendo, el otro día quedé con un amigo para tomar unas cañas, esperando encontrar una conversación vacía o banal, sin mucho esfuerzo mental, una de esas conversaciones para recoger en la memoria con bonitos vaciles e incongruencias varias. Acabamos teorizando sobre las extrañas manifestaciones del amor o, al menos, sobre los sucedáneos. Entre cerveza y cerveza (y la tapita del bar, que a los españoles nos gusta tanto) hablábamos sobre los comportamientos y actitudes de las personas y ambos llegamos a la misma conclusión: el ser humano es gilipollas.

Tranquilos, toda verdad tiene que ser argumentada.

Punto por punto. Empezaremos por el conocer a la persona. Ay. Hazte tú el interesante para ser la opción prioritaria.
Primer prototipo: leo a Chomsky, entiendo del Posmodernismo, me gusta Paul Klee y mi director favorito es Haneke. No me meto en pensar por mí mismo porque el criterio de autoridad está inventado para algo. Joder, cómo me cansáis.
Segundo prototipo: entiendo de la vida porque todo me lo enseñó la experiencia. Craso error. Ni vida ni experiencia.
Tercer prototipo: ¿qué es el ingenio?; para personas como yo se trata de la verdadera religión, para este tipo de gente un completo desconocido. Huye.
Supongo que hay tantos prototipos como personas y por eso no voy a entrar en la dialéctica de describir a todos.

Cuando de repente encuentras a alguien medianamente normal (cuando se entiende la normalidad como alguien que ve con buenos ojos tus rarezas personales) empezamos siempre suave. Pero siempre internándote en los recodos de las carencias de esa persona, haciéndote necesidad. Un día no me habla. Bueno. Pero ya dos no. Y es aquí donde creamos ese vínculo afectivo desmedido, que a veces puede llegar a rozar un  abominable control del que, ojo, yo también he participado aunque lo critique (del que aún participo).

De este control, de esta necesidad creada surge la manifestación que nos convierte en completos gilipollas. Ya lo decía mi amigo: el amor no es el que te vuelve, vienes por defecto de fábrica.
Qué gran razón. Aquí se incluye la etapa del "tira y afloja" tan conocida, la luchita de egos por ver quién va más detrás de quién, como si solo fuese uno el que buscase al otro (cuando todos sabemos que no es así, que una vez en la vida acabamos arrastrando a nuestros principios y dejando jadeante a nuestro orgullo). Esta fase también incluye las canciones, poemas, películas y cada uno de los movimientos que hagas porque todo -absolutamente todo- va a recordarte a él. Tranquilos, la vida ya se encargará de que en los informativos solo salga su ciudad, que no haya otro nombre en el puto mundo, que casualmente todos sus gustos sean los gustos de todos. Ay, los excesos. Ponte tú a olvidar.

La etapa de las dudas. ESTA ES MI FAVORITA. Voy y vengo pero me quedo y me vuelvo a ir y no estoy pero estoy. En resumen: de las mayores putadas que se han creado nunca. Ahora sí, ahora no, ahora quizás, ¿qué sentirá el otro? ¿qué siento yo? ¿y si me arriesgo? ay, no. ¿Me arriesgo? Venga, vale. No. Creo que si a las personas nos abriesen nos saldrían incertidumbres por todos los ángulos. La mayor de las tragedias es cuando implicas al otro en tu bucle constante de paranoia, cuando te arriesgas a perder. Cuando pierdes.
Aquí interviene el miedo inherente, la puta deducción que tenemos que hacer de los mensajes cifrados en clave. ¿Qué me quiere decir con esto? Ay. Voy a hablarle de otra persona para que vea que estoy disponible en el mercado. ¿Para qué coño creamos falsos celos?
Y la ambigüedad que siempre es una buena aliada para no pillarte los dedos. Medir cada una de las palabras: me gusta tu forma de ser, conectamos muy bien, nunca había conocido a alguien así.

Como si no fuera más fácil decir que nos gustamos y se acabó. Léelo bien: que me gustas, que me gustas, que me gustas. Así de fácil y así de jodido decirlo.

El ser humano es contradictorio, inseguro y gilipollas. Y por supuesto que yo también he colaborado con todo lo anterior. Pero yo ya no más. Aunque sea difícil hacerlo sola.

Y si nos dejamos en jirones, ¿qué?
Las causas perdidas también buscamos que nos den un poquito de sentido.

A veces hay que prestarse o a que te partan la boca o a que te la besen.


http://www.youtube.com/watch?v=6yE-ym9CEFo&feature=kp

lunes, 3 de febrero de 2014

Podría hablar del frío.
O de ti.
Imagínate el temblor que me causa
escuchar a Nacho Vegas
y que todo lo que venga detrás
quede fuera de mi jurisdicción.

Menos tú.

Si soy incapaz de legislar en mi vida,
si leo teorías políticas y son incomprensibles,
¿cuándo te canses de mí?
¿cuándo me canse de mí?
¿cuándo nos cansemos de mí?
¿esto es legal?

Te diré el secreto: no soporto el dogmatismo intelectual.
A veces caigo en la contradicción.
Menos me soporto.

Algo contigo es el síndrome de todos mis despropósitos.
Algo contigo es el resumen de todos mis propósitos.
Contigo.
Algo.
Todo.
Para terminar en habitaciones cerradas.
Con luces pálidas y Quique cantando.

Podría teorizar toda la noche sobre las causas perdidas.
O sobre ti.
(Apenas y a penas noto la diferencia)



¿Y qué?
La erótica de la complicación. Lo que os gusta, joder.

martes, 28 de enero de 2014

Aquí no tenemos reglas de convivencia porque somos el desorden en contrasentido. A placer de tocarnos a manos vacías. 

Rescato este verso porque es el único modo de no perderse en contrasentido. A placer de tocarse a manos vacías.
Entrecierro los ojos mientras Benjamín Prado recita algo de Ángel González para salvar a la humanidad de ausencias no compartidas, que son la patología principal del miedo.
A placer de tocarse a manos vacías.

Cojo todos los trenes posibles pero ninguno me lleva a casa y acabo arrepentida en el mismo bar de esta ciudad, hablando con cualquiera del precipicio de falsas ideologías y de los valores subcutáneos de tus manos. Ahora parece que vas a mezclar fuego y gasolina.

Una aprende a necesitar así, sin garantías.


Pero Rebeca Jiménez me susurra que hay mil maneras.


A ti, mamá

La primavera siempre dura un segundo más si tú me miras. Las distancias no se dejan hacer porque aunque estés a seis horas de mí llevo veinte años de tu sangre corriendo por mis venas. Y no hablo de fría genética. Hablo de cariño, de ganas que siempre nos acercan porque nunca nos dejan irnos, y si viajo y hago las maletas siempre me llevo pedazos de ti.

Te escribo estas palabras a ti, pilar indispensable de mi vida que hace de mí una infraestructura sólida y firme. Porque si me derriban tú me vuelves a reconstruir con tus costillas. Es que te miro a los ojos y cada día se me hace más veraz que Dios es mujer.

Feliz cumpleaños. Respira profundo porque siempre estoy contigo.

martes, 7 de enero de 2014

Te llaman porvenir porque nunca vienes. 

Joder, el verso que siempre hubiese deseado escribir.

Cuando estoy triste cojo a Ángel González,
 aparece a tientas,
de la única forma que Ángel González sabe venir y volver.
Cuando estoy triste cojo a Ángel González
y le susurro que te llame porvenir.

viernes, 3 de enero de 2014

Lo peor de todo no es pedir auxilio
pero no encontrar manos.
Lo peor de todo no es el olvido
ni las ausencias ni los centímetros de piel que sobran.

Lo peor de todo es el desgaste,
observar que todo hace aguas y la impotencia
que se desprende.

Lo peor de todo fue frenar las ganas.
Que ya nos lo dijo Quique
despacito,
en voz baja.


pero que no te me olvides.
Leo a Cohen de arriba a abajo
pero nunca te destierra.


Que ya no soporto este amor propio desmedido que,
prácticamente, 
se ha convertido en tuyo.