jueves, 2 de agosto de 2012

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¡Olvida mis labios y atrévete a besarme el alma!




Y entonces es cuando comprendes que eso de la confianza es una falacia y que lo que nos impulsa al sexo es la falta de civismo. Y la subversión. Y el deseo. Y los precipicios de las emociones.
Pero, dentro de lo probable, aunque conozcas a una persona en todo su ser, llegará el día que solo alce la cabeza, te tantee con la mirada, rebusque en el bucle del olvido al que lanzó como un despojo y entonces te salude con un terco monosílabo.
Y así, suma y sigue.

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