sábado, 13 de abril de 2013

Te echo de menos.
O me estoy muriendo.

Es que ayer, entre la niebla y el alcohol,
muchos hombres me miraban,
y todos sus ojos eran los tuyos
pero ningunos eran los tuyos.

Porque cuando hablo con cualquiera
todo me parece banal e insípido,
y no es que quiera alimentar mi ego,
es que nadie abre en canal las palabras
como tú lo hacías.

Ni nadie me toca como tú lo hacías.
Ni nadie me ata en corto como tú lo hacías.
Ni nadie me desacelera el riego sanguíneo.
Ni nadie me altera con sus dudas.

Verás, no sé que coño es esto.
Es querer y no querer.
Acercarte y alejarte.
Subida y bajada constante.

Me he fumado un porro para ver si así dejaba de mirarte
entre las luces de neón,
o en el fondo del vaso de mi ginebra limón,
y aún así sigo levantándome por las mañanas y,
aunque cualquier otro me haya escrito versos de amor,
yo solo tengo dedos para poetizarte a ti.

No sé como decírtelo pero
mi cuerpo se ofrece
para que te tomes en él
la última copa.
(y a esta invito yo).

Te echo de menos.
O me estoy matando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario