lunes, 10 de junio de 2013

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A ella le gustaba escribir con las manos sucias, la boca cargada de alcohol, los ojos volados y las ideas fijas. Le gustaba escuchar a Iggy Pop mientras se hacía un cigarro o colgaba a tender todos sus esquemas. Al inicio del vendaval.
Hacía muecas desdeñosas, era adepta a los antros más sórdidos de las ciudades, siempre buscando cualquier enigma que resolver o convirtiéndose en el epicentro del seísmo.

Le gustaba leer a Goytisolo mientras se pintaba las uñas porque decía que era como reflejar todas las palabras del poeta en su coraza. Dormía, quizás demasiado, porque pensaba que la buena poesía se follaba por las noches, y quería ser noche todos los días.

Quizás demasiado inestable o maniática, nunca cerraba el vendaval que tenía por vida y hacía del inconformismo una droga más.



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