viernes, 8 de febrero de 2013

que me han besado

Porque entonces viniste tú,
y todo el declive de mis creencias,
todas con defecto de fábrica.
Patentaste modos de amar
(que mantengo por la inercia
de no querer al olvido)
y la revolución.

Te habías dejado a Stendhal
en el bolsillo
y solo tenías síndrome
pero de revolucionario.

Me hablabas del cambio,
de un futuro,
del fin de las exigencias,
de la praxis con estilo,
de patrias sin pasados que nos avergonzasen,
de intolerancia a todo lo que acabase en -fobia,
de la cicuta de la corrupción.

Pero nunca mencionaste que
un día amanecería
sin la sábana de tus brazos
abrigándome el alma.

Eres tú el culpable
de que no crea en las revoluciones,
se me empañan los ojos
si en los telediarios aparecen
las manifestaciones
(la victoria que tuvo que haber sido nuestra)
soy atea con banderas,
pero en las trincheras del olvido
siempre te acuerdas de resucitar.

Y aquí me tienes,
1:10  de la madrugada,
vomitando wish you were here,
con el paladar ácido,
tiritando de miedo de encontrarte en cualquier vértice,
jugándome la boca por calentarme el invierno,
buscándote en cada fotografía,
moviéndonos -en primera del plural-
en un inabarcable subjuntivo,
haciéndote daño para luego poder lamerte
las heridas,
esconderme de la luna en tu bazo,
con la única pretensión de desvirtuarnos,
propasarnos, manifestarnos en contra de los recortes de los besos,
alienarnos por el civismo del sexo -¿qué putas normas va a tener el desenfreno?-
desnudarnos las mentes,
poetizarnos los cuerpos,
bebernos las horas,
follarnos las teorías -que venga Marx y se atreva a hablarme de guerras
si nunca ha estado en el campo de batalla de tu cama-

pensar en ti en caliente para que no se me enfríen los pies.
abarcar todos los posibles para que en mi cuerpo no quepa lo impasible.

porque, aunque no estás, eres los labios más bonitos que me han besado.


1 comentario: