domingo, 13 de octubre de 2019

Esta semana he llorado cuatro días. Cuatro días sobre siete me parece un número realmente significativo. A veces una llora sin comprender el motivo de su tristeza y aprende a convivir así, con este deseo de soledad infinito atravesándote las vértebras.

*

De mi madre aprendí la fuerza y el impulso, a leer con cinco años todas las tardes en su regazo, a amar hasta el tuétano, las coplillas de Antoñita Peñuela y Rocío Jurado, la incertidumbre constante del ser sufría por naturaleza. De mi madre aprendí que nunca se debe llorar en público.

*

Ayer A. y yo quedamos en Sol. Cuando salí del metro, llovía. Nos refugiamos en la boca de este mientras la gente se agolpaba allí, con el fútil anhelo de que dejase de llover. Escuchar las conversaciones ajenas me pareció una experiencia colectiva y hermosa, porque todas hablaban de nimiedades y vacíos y nos supe más humanos y menos devotos.
A. me hizo reír con su desparpajo murciano congénito. Me juraba que ya había pasado la tormenta y a mí sólo me hacía falta asomarme para comprobar que no era cierto.

*

Me he obsesionado esta semana con Usted de Almudena Guzmán. Me parece un poemario fuerte, tierno, valiente. Siempre me ha conmovido la erótica de lo cotidiano, la dialéctica entre los sitios frecuentes e íntimos, lo somático  y lo forcluido como puntos indispensables de partida para construir algo.
En iberlibro cuesta cerca de cien euros porque está descatalogado.

*

Hace dos días leí un poemita de Valente que me entusiasmó y me dolió de idéntica manera:
"estoy alegre: a veces
no me acuerdo de ti
(¿también esto es la muerte?)".

*

Sostiene Marina Garcés en  una creencia atrevida y liberadora que tenemos que encontrar la forma de ser peligrosos juntos. Estoy deseando enviar este mensaje a su destinatario.

*

Me escribe M. desde Nepal porque está enamorándose platónicamente de un montañero con el que ha coincidido dos o tres veces. Se me clavan agujas en el corazón cuando mis amigas se acuerdan de mí así, cuando intuyen, sin anestesia, experiencias indelebles en el recuerdo. Valoro mucho este tipo de amistades.

*

Me ha escrito J. para decirme que está en Madrid con su novia y que han ido a un sitio de Malasaña a tomar el brunch.
-El brunch es el desayuno de los hijos de puta- le he respondido. Probablemente ya no sea mi amigo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario