lunes, 20 de abril de 2020

¿Saben cuando se lee un libro o se escucha una canción o se ve una película y le deja a uno esa sensación de trascendencia, de vacío, como si le hubiese estirado por dentro y de repente, en ese justo momento de tensión absoluta, la vida se repliega? A veces siento que no es catarsis, sino equilibrio.

*

Escribo porque soy una cobarde. Escribo para refugiarme en el pacto ficcional y hacer pasar los ángulos y matices por irreales. Escribo porque soy incapaz de enfrentarme -tan frecuentemente- a mis emociones. Escribo para sobrevivir.

*

Siempre me cuelgo de tíos tramposos con taritas emocionales. Cuando hablo con mis amigas, advertimos mi complejo de psicóloga o de ONG con estos tipos y nos reímos mucho. Después pasamos a mi movida del horizonte de los treinta, que consiste en una crisis prematura, observándome sin cambio alguno, como si la vida sucediese y yo me hubiese quedado estancada en unos eternos dieciocho: sin aspiraciones, sin inquietudes.
Ellas me consuelan, me confiesan que ahora soy casi independiente, con cierto atisbo de madurez, que ya me empiezan a bordear las arrugas por reír tantísimo. Es curioso que yo sólo me vea así, en una eterna adolescencia prolongada, tiernamente vulnerable, tiernamente infantil.

*

La hipocresía era esto: de lunes a jueves les repito a mis alumnos, casi como un mantra obligado, que no beban ni se droguen. Los viernes, sin embargo, me lanzo a las terrazas como una adolescente más, basculando entre discursos raquíticos de misterio, compartiendo cervezas con tipos faltos de idiosincrasia, aunque bastante cómicos. Después llego a casa, extenuada y un poco borracha, con la única idea de tocarme pensando en algo que me emocione.

*

El otro día le comentaba a C. que siempre acabamos hablando de lo mismo: literatura, educación, feminismo y amor. Creo que, al fin y al cabo, mi tema favorito siempre va a ser la vida.

*

Escuchar música y acordarte instantáneamente de alguien me parece una de las muestras de afecto más sinceras que pueden existir. Ayer era domingo y Spotify decidió poner la versión en acústico de "Laberintos" de Amaral. No la he enviado a nadie, pero sí sabría a quién dedicársela puntualmente.

*

Escribe Jabois: "No hay paraíso más resistente que el de los dieciocho años".





No hay comentarios:

Publicar un comentario