jueves, 2 de octubre de 2014

Esto no es una lección moral.
Que la vida iba en serio -en un claro homenaje descarnado, opaco y sucio a Gil de Biedma-
una empieza a comprenderlo con los huesos,
cuando la tibieza cae lánguida por las ausencias
que no supimos digerir
y el Gabo se derrite entre mis pulsaciones más
p r i m a r i a s.

Existen días que no sé qué escribir,
tampoco a quién. Y que llueva me parece
una falta de respeto.

Decía Fitzgerald que hablaba con la autoridad que le otorgaba el fracaso,
y yo hablo con la autoridad que me ofrece el abandono.
Este seco y depresivo sabor a abandono estirándose por la garganta.
Aquí, la madrugada cayendo a bocajarro,
los libros desordenados en el rincón,
este sin ti tan amargo y tan de Sabina,
aquí, donde la patria es una familia desahuciada
y el futuro un préstamo con acusados intereses,
donde mirarse a los ojos se considera una agresión,
te echo de menos.






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