domingo, 4 de agosto de 2013

Me pones el norte bocabajo
y esto no es el sur.
Y a mí me tiemblan todas las estructuras.

Odio tu forma de cavilar pero
te lo perdonaría por todas las interrogaciones
que formaste en mi cabeza.
Y me volviste vacilación.

Me enamoro de las personas con principios 
tan sólidos como mis pies.
Un "yo sé lo que me digo" debería formar
un "yo sé lo que te hago". 

Algunas noches me enciendo y me prendo,
y necesitamos un teléfono de urgencia 
para humedecerme
-hubo un día en que fuiste un "prohibido llamar"-

Algunas noches me vuelvo monocromática,
me desvisto de sombras y reorganizo mis promesas.
Esas que nunca cumplo. Esas que siempre hago.

Y a veces me asalta el complejo de pared agrietada,
desconchada por las esquinas y con el pasado lleno de cicatrices,
con los techos desvalijados y desprovistos de alma.


Nunca escribo en pretérito por no dolerme.
Me aferro a que siempre quedan manos de pintura. 

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