Apunté, de madrugada y completamente ebria: amar desde el control, desde una narrativa que te proteja. Habitar el lenguaje desde la incertidumbre.
(supongo que te recordé).
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«¿no escribe todo poeta un poema sobre el amor no correspondido?»
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«si de verdad fuera un poeta, te mordería la yugular».
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tú lograste activar una dimensión que no todos han comprendido.
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En algunas ocasiones me da por pensar en el estrato social de todos mis intereses amorosos. Percibí que, de algún modo u otro, no procedemos de la misma clase social. La mayoría de ellos proviene de familias cuyos padres fueron a la universidad. Cuando lo comento con mi madre, esta experimenta una especie de rubor interno, una suerte de vergüenza impuesta y legítima. Entonces la miro a los ojos y le digo que nuestra clase social es la de la clase obrera, que fuimos capaces de atravesar todos los obstáculos y dificultades que eran intrínsecos a nuestra propia condición. Entonces la miro a los ojos y no lo digo, porque me avergüenza cierta soberbia que me recorre, pero pienso en el capital cultural de muchos de ellos y en el mío propio y fantaseo con poder hablarte abiertamente de Bourdieu en una terraza de Malasaña mientras nos cae el sol a chorros, mirándonos a los ojos atávicamente, en una especie de duelo de miseria ancestral.
Entonces miro a los ojos a mi madre y le digo que esta mujer que soy ahora también es ella.
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El viernes volví a tener veinte años:
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