viernes, 23 de agosto de 2024

 Me tiré sobre la cama con el pelo completamente húmedo mientras sonaba «Cuando olvidaré» de Puchito. Leí esto en Twitter:

« Desafortunadamente nadie está exento de lastimar a otro en el proceso de vincularse. Incluso dando todo. Como cuando Leila Guerriero escribe: no he venido aquí a pedir disculpas, sino a decir que arrojen la primera piedra. Todos hemos sido alguna vez el monstruo de alguien».

Hasta hoy mi cuerpo era inútil.

viernes, 16 de agosto de 2024

31

Reconoceré que me asusté cuando vi tu mensaje. Me trasladó a otra época de mi vida en la que yo no era yo, o al menos no del todo. No negaré que me removió por dentro y que estuve una semana pensando en ti. Jamás se me pasó por la cabeza responderte, no porque en aquella época yo tuviese una relación estable, sino por mí. A veces el amor propio es tan poderoso que cuando leí la notificación en el email sentí que después de tantísimos años te había vencido. Después comprendí que nunca se vence en el plano emocional y que aquello era un mero pensamiento infantil e ingrato. 

Hoy cumplo 31 años y voy en un tren escuchando canciones de amor que me dejan completamente hierática. En mi cabeza hago un pequeño recorrido de mi vida y creo que he cambiado, pero que los pilares sobre los que me sostengo siguen intactos y estables. He alcanzado, probablemente, el clímax de mi profesión y he amado siempre de manera pura y honesta aunque todo terminase por ser carencia y escombros. No he leído todos los clásicos que me gustarían y me decepcioné con algunas amistades que prometían ser eternas.

No sé si me leerás, muchas veces utilizo esto como mero pretexto, como una suerte de diario incierto al que acudo pasado un tiempo. Me gusta recordar en qué momento de mi vida me encontraba, a quién deseaba, a quién añoraba. La respuesta a veces me atormenta porque se resuelve en un vacío ensordecedor.

Voy a publicar esto y no relegarlo a una mísera nota del móvil. Empecé pensando en escribir para ti y acabé hablando sobre mí. Aquí lo tienes.