martes, 6 de octubre de 2015

Por si me lees, chaval: era Ella.

Leo en este verano atormentado que parece no concluir, asiento:

«Su modus operandi consiste, básicamente, en aparecer cuando le da la gana y quebrarme los principios. Es una suerte de tabla de salvación demasiado… poco sólida, ¿sabes? Tal vez me esté quedando solo en mitad del océano.

(...)
Aislarse.
Dolerse.
Despreciarse.
Alejarse.

Otros días eso era todo.

(...)

Dejar de llamar también es una respuesta.
(...)
A veces no entiendo cómo está dejando escapar la vida conmigo. Cada día que pasa es otro día que nos hace perder. Y me pregunto si acaso no piensa en todo lo que no estamos haciendo. Luego desecho esa idea inmediatamente. Porque, yo qué sé… en realidad no lo está aplazando, sino que… bueno, él nunca ha creído en esto. Pero, ¿sabes lo peor? Que yo aún tengo ganas. Que yo sí que creo.
(...)
Yo escribo esto por si sirve de algo. Por si vuelven a encontrarse en mitad de una huida y se miran dos veces. Ahora entiendo por qué ella prefería no llegar a conocer nunca sus remitentes. Porque hay gente que nunca llega a escribirte. Y sobre todo porque uno… nunca llega a entenderlos.
Pero aún así, por si sirve de algo. Por si me lees, chaval: era Ella.

Pensé que alguien tenía que aclarártelo».

(Lorena Gómez Maldonado, Once pasos hasta el ventrículo

No hay comentarios:

Publicar un comentario