viernes, 18 de octubre de 2024

 Atravieso Sanchinarro en un bus interurbano y pienso que mi madre me tuvo con mi edad. Miro a mi alrededor y la mayoría de mis amigos no tiene hijos. ¿Acaso hemos mutado en una sociedad infantilizada? Desecho ese pensamiento inmediatamente. ¿Han cambiado nuestras condiciones socioeconómicas? Solo me basta con recorrer el centro de esta ciudad: un millón de pisos turísticos, una cantidad ingente de personas dejándose más de un 40% del sueldo en el alquiler de un semisótano interior. ¿Acaso podré yo tener hijos si soy incapaz de dar la entrada de una vivienda? Me desespero porque hablo desde el privilegio de clase, pero siento una incertidumbre voraz recorriéndome, el peso del reloj biológico cayendo a bocajarro, la frustración y la desesperanza de amores atravesados por la lógica capitalista, todo un sistema angosto y taciturno devorándome por dentro, tic, tac, tic, tac.

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El amor es vocación. El amor es también un dialecto, nuestro modo particular de hablar y de nombrarnos, designar. El amor es internarte en un río oscuro, percibir una corriente indómita y no querer salir de ahí nunca más. 

Esto lo escribí hace un año. Lo envíe por Whatsapp a alguien que en aquel momento creí que me quería.

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Uno de los momentos más tristes que recuerdo esta noche fue cuando te pedí que lo que habíamos vivido no fuese algo accidental.

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Hoy mis alumnos me han preguntado qué era ser rentista. No pude responderles que consistía en ser herederos y unos hijos de puta. A veces tengo que fingir ser políticamente correcta, especialmente de 8:10 a 14:05.

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Mientras veía las noticias apareció Elon Musk en plena campaña de Donald Trump dándole su apoyo. Sentí aversión y repulsión y pensé que Twitter no era ya un espacio tan didáctico como lo fue para mí hace algunos años. También pensé que tener Twitter era como ser heterosexual: algo de lo que es imposible escapar, aunque te dé una grima espantosa.

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La juventud es hermosa porque es efímera y vertiginosa. 

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El deseo tiene altibajos. De repente desaparece.

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Escribe Rosario Castellanos: "Yo no puedo querer a nadie si no lo admiro".

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El otro día descendía las escaleras mecánicas del metro y en mis cascos sonó repentinamente Pájaros mojados. Me asusté porque siempre me va a recordar a ti.

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Muchos hombres que he amado podrían reconocerse e identificarse aquí. Lo niego todo.

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Enséñame 

tú que sabes

el significado

la lengua

la incapacidad

para designar

cuando amo

cuando sé que siempre

existirá 

entre tú 

y yo

un abismo

inimaginable

llamado 

lenguaje.



domingo, 6 de octubre de 2024

 Ya no quedan amores genuinos e impertérritos. Pensaba esto mientras atravesaba la Castellana a las 7:30 y aún no había amanecido. La esperanza se disolvía.

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Siempre que voy en autobús a una hora demasiado temprana me fijo en todas esas grandes multinacionales varadas en la autovía, con sus luces fosforescentes de parque de atracciones. Hasta la luminiscencia es capitalista. 

Ya puedo atisbar sombras de personitas hormigas delante de su ordenador, inmóviles, tecleando un vacío existencial ignoto y desatento. Pienso en el plus de productividad y de cómo nos hemos dejado sabotear como sociedad. Suena Piedra y flores de Quique González en mis auriculares y es completamente de noche.

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Siempre fui más honesta y valiente que tú y eso jamás lo soportaste.

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¿Cómo se llora a algo que jamás sucedió? ¿Cómo se supera un duelo que nunca fue?

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Reflexiona Joan Didion sobre el amor: «el eterno abismo que existe entre lo que queremos admirar y lo que secretamente deseamos, entre, en el sentido más amplio, las personas con las que nos casamos y las personas que amamos».