sábado, 26 de julio de 2025

Todo esto me sirve para dar cauce al dolor, una especie de ética de la belleza, una forma de sostener lo insostenible. 

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Soy una mente rizomática: no escribo desde la lógica, sino desde el vínculo.

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En bastantes ocasiones mis amigos tienden a hablar de cuestiones sociológicas. Entonces, varados en mitad de Lavapiés, se levanta un debate apasionado y entusiasta acerca de la existencia o no existencia de la clase media. En ese momento muchos sostienen que el concepto clase media es una trampa, un subterfugio para invisibilizar la clase obrera, erradicar la conciencia de clase y percibir la lucha de clases como algo obsoleto, arcaico e innecesario. Mis amigos, además, hablan del discurso meritocrático, de cómo nos han hecho creer que nuestros intereses confluyen con los de aquellos que jamás pisarán una terraza de Lavapiés, cómo nuestra autopercepción social se ve continuamente bombardeada y alienada con ese fin. 
Recuerdo que defendí la idea de que me producía sonrojo comparar el sueldo que yo ganaba en la actualidad con el que ganaban mis padres y que me autopercibía clase trabajadora, pero sentía cierto recelo o vergüenza de ciertos privilegios adquiridos y que, seguramente, estos también fueran una trampa del capitalismo.

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Mi consejo es que nunca quedes con un hombre con el que hayas fantaseado ligeramente porque, repentinamente, se convertirá en alguien anodino e insignificante. Es necesario legitimar la mitomanía. 

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Escribe Pedro Lemebel: «es tan ordinario el amor que hasta los pacos se enamoran».

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Solo lo que no cesa de doler permanece activo. El olvido es una fuerza activa.

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Ignorar las estructuras que nos moldean es perpetuar patrones de desigualdad. ¿No crees que la reflexión es también una forma de compromiso ético?

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A veces pienso en esa niebla, en esa especie de confusión latente y gravitatoria. Creo que esa sombra es parte del amor mismo, como un contorno inevitable. Amar es, en cierta medida, anticipar la ausencia. 

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Escribí en las notas del móvil: amo mi vida disoluta, amo mi versión en Madrid (me siento más guapa, elocuente, interesante y divertida). Pienso en un amor distorsionado por el que sentí cierta devoción desmedida. También pienso en que tú jamás hubieses comprendido esta libertad que ejerzo.

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«Ahora creo que en el valor de lo que pasamos y, aún así, nunca me sentí tan vulnerable en esta existencia tan cambiante». Es innegable pensar que, incluso, el amor está atravesado por tensiones estructurales.

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Anoté acerca de mi intensidad: cuando era más joven, actuaba de manera más impulsiva, adolescente y febril; ahora es cierto que soy algo más reflexiva y racional, aunque sigo existiendo en el mundo de una manera desordenada e intuitiva. Me resulta ficticio leer un poema y no sentir estremecimiento. 

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«El instante en que un sentimiento penetra en el cuerpo es político. Esta caricia es política». Escribe Adrienne Rich.

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Ayer A. me comentó que, cuando salió de casa, se encontró con el ex de su hermana, quien estaba acompañado por una mujer y dos niños. Le comenté que habíamos entrado en esa etapa oscura en la que tus ex comienzan a casarse y a tener hijos.

(Recordé ese poema de Alba Flores en su poemario Azca: «estoy empezando a entrar en la edad / en la que ya no me da miedo / morirme / quedarme en el paro / o que me salgan arrugas por todo el cuerpo / a lo que de verdad tengo miedo ahora / es a que te cases / y que ya siempre sea tarde para estar contigo»). 

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Lo contó Julián Barnes: «Juntas a dos personas que nunca habían estado juntas (...) y se crea algo nuevo y el mundo cambia. Después, tarde o temprano, en algún momento, por una razón u otra, una de las dos desaparece. Y lo que desaparece es mayor que la suma de lo que había. Esto es quizá matemáticamente imposible, pero es emocionalmente posible».

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«no me hables de tus tesis doctorales / háblame despacio de tu primer amor / a mí qué me importan las ciudades en las que hayas / vivido / (...) por qué estar en esos sitios / ¿qué ganas? / aparte de dinero y reputación y amigos y contactos / y experiencias y fondos de pensiones y coches y / áticos y viajes a oriente y cumplir los sueños de / cuando eras niño / de cuando eras niño / y yo era tu primer amor /  así que no me hables de tus tesis doctorales / háblame despacio de cómo era yo»

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