Contarás los días que te levantaste y no recordaste -que serán, en todo caso, los más mínimos-, llorarás por los dedos, por los huecos, reventando la carne, oxidando promesas, preguntándote si quisiste tanto como te dejaron, si te quisieron tanto como mereciste -como debieron, como pudieron.
Reflexionarás automáticamente porque no te lanzaste -si tú sabías que aquel chico quería trato- y te enganchaste, y te enganchaste.
Aquel mensaje que nunca le escribiste: sé y hazme ser.
Y nos deshicimos.
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