Se nos escapaba la complicidad
por las costuras por rompernos y querernos dinámicamente en cuerpos tan
reducidamente estáticos.
A la manera de Cortázar yo me enganché de tu boca porque
era la salida más precisa de este mundo, tú me hablabas del progreso y de
viejas consignas, de himnos caducos y banderas oxidadas. Únicamente esta
certeza: el mundo empieza en tu boca y termina en la palabra.
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