Tú no sabes qué es quedarte mirando
la misma sombra de la pared
durante horas,
llorar sobre la almohada
a hombres distintos,
llorar a una casa que
no encuentra
raíces
-que quizás nunca las tuvo-,
sentir el calor de las lágrimas,
sentir la derrota oprimiendo la garganta,
digerir el vacío y asimilar la plenitud
que jamás lograré alcanzar contigo.
Hay noches en las que escribo para vivir
y hay noches en las que vivo para escribirte.
Yo no encuentro la diferencia.
Hoy ni siquiera la poesía.
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