Como si vivir no fuera ya un puto riesgo.
Para luego enfrentarte a huidas ajenas.
Doble riesgo.
La movida de la atracción.
Triple riesgo.
Y todo el desastre que ello conlleva.
Seguro que no entiendes nada.
Y qué.
Para quién.
Si estamos vacíos de realidad y cargados de promesas.
A ver quién se atreve a sujetarme el mundo.
Cuando me abandonas.
Y yo me deshago en palabras que ni nos representan.
Me duelen las manos de tanto dilatarse.
De tanto esperarte.
Escribo como quien va a la guerra porque tengo entre los dedos
minas antipersonas.
Estallo.
Son las seis de la mañana y leo a Irene,
también como quien va a la guerra:
Necesito que prometas que jamás dejarás que alguien me haga daño
pudiendo ser tú
el que haga todo.
De todas las cosas que me han llamado -desastre, caos, sucedáneos-
me quedo con tu boca
cuando me nombra.
Me encanta esta entrada, "raspa" como la lengua de un gato ;)
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