"Apaga la luz,
que en mis dedos vas a encontrar a todos los soles."
Hoy te he mirado a los ojos
y no me he visto a tu lado.
Quizás es que ahora te estés tirando al olvido.
O el olvido me esté follando a mí.
Sin embargo, sin recrearnos en lo superfluo,
la necesidad de necesitar necesitarte me despierta
todas las putas noches y me invita a una copa:
-Desnúdate y nos leemos algo.
Contrarrevolución significa volver a tus labios,
pero antipoesía sería no versarte en cada esquina.
No te preocupes, atentarte es droga y rutina.
Woody no se olvida
de que me debes
una recreación de Manhattan
en la piel.
El problema de esta sociedad
es que buscamos a alguien
que nos abra las piernas
cuando deberíamos encontrar quien
nos abra la mente.
Y así es como hacemos fermentar
a la subliteratura en los baños
de cualquier discoteca.
No me habléis de normas
cuando la libertad es un tema tabú
y hemos coqueteado con ideales
que se acostaban con conceptos
terminados en fobia.
Veréis, me duele más mi país que a todos los que se les llena
la puta boca gritando su nombre mientras enarbolan una bandera
de intransigencia, -sois enfermedad-.
Ahora es el momento en el que te preguntas
que tiene que ver este ataque reivindicativo
en medio de una declaración de intereses:
todo lo que me gusta (me) duele.
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