jueves, 29 de diciembre de 2016

Diciembre no perdona

Debíamos llevar la pérdida impresa en los huesos.

Es de noche y avanza, intrascendente, el rumor anodino de domingo, la noche incómoda e insolente. Vivo en una ciudad donde nadie se hunde en tus ojos. Vivo en una ciudad donde todos añoran secretamente.

Yo no creo en el arte afirmaba, impasible, siempre desnudándome desde su esquina más íntima y visceral. Luego sonreía, pasajero, trivial, y pedía otro corto. El tiempo siempre latía grueso, se clavaba en los tímpanos como un lánguido traqueteo y ese era el preciso momento en el que me cuestionaba los terribles años en los que me había consumido en otros. Me sumergía, sin conciencia de mí misma, en su ferocidad hasta levantar mi orgullo tímidamente. Entonces me clavaba cristales en los ojos.

Conseguía intuir sus pupilas de animal hambriento, colérico e iracundo, hasta amenazar cualquier suerte de andamio propio. Probablemente fue en esos instantes involuntarios cuando me instaló la tristeza constante. Empecé a comprender que había ciudades en las que la soledad se vuelve tan líquida que golpea y abraza de frente, que muchas mujeres cargan en sus ojos cierta esperanza asfixiada, cierto anhelo reprimido, cierta bruma ligera; que había ciudades que sirven para anidar en sus brazos, pero que con cierta violencia una termina por admitir que también en ellas la gente se desenamora y se suicida por no conseguir llegar a fin de mes; que existen ciudades que duelen como un disparo.

Yo no creo—. Bebía bajo un halo de paz impuesta y posiblemente era cuando se me tornaba el ser más vulnerable del mundo. Después sacaba una libreta de su bolsillo y anotaba en una caligrafía imperfecta cualquier verso que hubiera recordado desde su ebriedad. Una de tantas noches, recuerdo vagamente, escribió cualquier tipo de amor conlleva desperdicio. Entonces se me tornaba el ser más posible del mundo.

 Reparaba en mis muslos, alumbrados por la luz parpadeante, paseaba sus cálidas manos por ellos y sentía que me rasgaba los vestigios del desamor pasado. Entonces me hacía creer inconscientemente.

Cómo se ama sin erosionar: otros días también era renuncia.

Los abismos, me temo, me van a gustarle repetía en murmullos cuando claudicaba con lentitud en el amor aciago, ahogándome en un denso y triste absorber de su aliento. Sentía una ansiedad breve estirándose por mi garganta hasta mi pecho, la misma que guardaba con todos los poemas a los que no conseguía llegar. La vida, posiblemente, parecía una imagen hermosa y festiva. Y sin embargo, perdía la voluntad, proyectaba sombras.

Había una atmósfera terrible que sostenía esos días. Empezaba a sentir la tierra seca, el asco que latía a destiempo, el frío insolente que amarra, el semen que desborda, la boca imprecisa que no alimenta. Él solo es un hombre, con garganta y costillas. Me repetía a mí misma: él solo es la fiebre, el desprecio, el latido. Él solo es el golpe.

Pavese lo escribió: vendrá la muerte y tendrá tus ojospero quizás siempre terminaba refugiada en sus promesas, abyecta, claudicando.

Quizás debíamos llevar la pérdida impresa en los huesos, quizás tanto puñal en los ojos había conseguido abrirlos. Con el don de hacerme tan rota y la fibra del alma descosida, terminé por comprender que a los paraguas les sucede lo que a las personas: quizás no hay señal de grieta que revele el abandono. Y sin embargo, algo de grieta hay en una inmensa soledad conjunta.

Es de noche y avanza, intrascendente, el rumor anodino de domingo, la noche incómoda e insolente. Y escribo, ajena e imprecisa, para salvaguardar este punto de supervivencia, como protesta, como remedio, como certeza, como milagro; escribo para esas mujeres que cargan tanta imposibilidad en los ojos. Escribo para esas ciudades que duelen como un disparo, como un puñal, como un asesinato doméstico.  Escribo por conciencia, por principios, por instinto, por desarraigo.

Vivo en una ciudad donde nadie quiere añorar secretamente. Vivo en una ciudad donde todos llevamos la derrota diaria anclada a los huesos.


Escribo porque entonces lo perdí todo: la huella, el infinito, la posibilidad, el miedo.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Llueve en la infinita ciudad. Leo:

"Hablar de ti como abandono
necesario: el valor
que hay que tener para nombrar
la incertidumbre: hablar de ti
como invierno insondable".

(Pablo Bedia Sanjurjo)


martes, 29 de noviembre de 2016

Yo sé que piensa en mí sin darse cuenta.
Porque es improbable desligarse de quien te ha escrito
tanto.
También sé que la vida no puede ser pensada.
Alguien dijo: no se escribe para remover conciencia,
sino para generar espacios compartidos.
Esta carta.
Este poema.

Yo sé que piensa en mí sin darse cuenta.



sábado, 5 de noviembre de 2016

Los sábados tienen algo de derrota.
Una se lanza a los intersticios de la vida
al azar, sin sopesar la consecuencia directa.
Hay poemas -yo no sé, Vallejo- que nacen solos,
abocados a tristes finales y tristes destinos.

Los sábados tienen algo de deriva.
Mi equipo muere en Anoeta, una bucea entre reliquias
y encuentra realidades pasadas que bombean y flotan.
A veces puedes entender la delgada línea entre la realidad y deseo.
Un desconocido me escribe:
ahora me hace gracia pero en aquel momento te hubiese estrangulado.



"Yo no podré quejarme 
si no encontré lo que buscaba
pero me iré al primer paisaje de humedades y latidos 
para entender que lo que busco tendrá su blanco de alegría
cuando yo vuele mezclado con el amor y las arenas". 

(Federico García Lorca)






sábado, 15 de octubre de 2016

Nunca he sabido si desempolvar algo que ya creíamos pasado era un acto de fe o de cobardía. Esta vez, sin embargo, me pesan las palabras y reabrir la herida a veces puede ayudar a sanarla.
Sevilla es hermosa y hospitalaria y hoy, sin embargo, parece que vivo en un alambre por la presión: Daniela viaja a Ecuador, de regreso, a casa.

Quizás empezar de nuevo en una ciudad tan ajena también fuera un acto de fe o de cobardía. Conocí a Daniela en el máster de Comunicación y Cultura y cuando expresó su amor por Onetti supe que seríamos amigas. Cómo no serlo de alguien que se reconoce literariamente lorquiana.
Quizás Daniela hizo habitable un lugar tan aséptico como es la Fcom y quizás con Daniela la Alameda es para mí lo que es la Alameda hoy en día y es por ello que la Alameda ya no será la Alameda nunca más.

No sé, hermana, te me vas lejos y yo siento que esto no es una despedida y que nos veremos siempre donde suene Paco Ibáñez y donde se lea a Borges;  intentaré perpetuar la rutina de, cuando escuche a Piazzolla cerca de la Giralda o cuando pierda el bus -tan frecuentemente- camino de la facultad, sacar el móvil para escribirte a 7 horas: ¡eh, es un día de mierda, pero menos mal que te conocí!

En este sentido, hermana, la esperanza también puede ser una forma de rebeldía.


miércoles, 15 de junio de 2016

Respuesta a tu Iribarren

Escribió Karmelo:

Enamorarse es fácil (...) 
Lo realmente difícil
-no conozco 
ningún caso- 
es salir entero 
de una historia de amor.

Leo en estas soleadas tardes sevillanas a Almudena Guzmán:

Volverse a enamorar.
Besar una piel que sabe distinto,
no encontrar puntos de referencia
que indiquen el momento justo,
la caricia perfecta, 
la mano compañera.
Retornar a un cuerpo nuevo
sin los huecos del anterior;
no poder palpar una nuca excitada,
una espalda con escalofríos conocidos.
Qué pobre se queda 
el intento de amar igual a la primera vez.
Cómo pesa una boca tan sabida,
tan llena de humo compartido
ante la desconocida tan poco explorada, tan miedosa.
Cuánto cuesta abandonarte, lavarme de tu olor,
quitarme las huellas de tu peso,
desdoblarme en otra Almudena
y comenzar a hacer mía una figura
de la calle que me gusta y que ¿quiero?
poseer; pero... tú, ahí estas tú,
traspasando con tu desnudo mi sombra,
consolándome pesaroso de mi dolor al terminar;
tu sonrisa y tu cigarrillo,
ese brazo moreno rodeando mi cintura
y llevándome a un lecho desordenado... 
y tus manos de violinista
volando y enredándose en mis senos. 



Y era el placer una quietud,
una suerte de certeza.




lunes, 13 de junio de 2016

La cafetera oxidada de los lunes al sol

¿Por qué todas las noches de estío
me sobreviene un llanto
que deja los posos de tu recuerdo
en mi rostro?

¿Por qué me despierto y siento tu residuo clavado en el pecho?

¿Por qué el mundo se ha vuelto excesivo y deshonesto?


'Te he buscado por noches, entre copas
duras seguramente y excesivas
esperando alcanzar la madrugada
de tus ojos cachorros: y encontrarte'.
(Álvaro Salvador)



jueves, 2 de junio de 2016

Acecha junio

La herida se cura.

'Quiero hacerte llegar al reino de mi más maravilloso disparate, de la gran locura que me habita, hacerte llegar al reino de mi libertad más radical -mi libertad más radical- para decirte ahora, en la distancia y en la ausencia, que te quiero, que donde tú no estás la vida se confunde en una copla y que, tal vez, sin que tú lo sepas, sin que tú lo esperes o sin que tú lo sientas, te espero cada mañana'.
(González Lucini)

lunes, 23 de mayo de 2016

La noche suave

A este tipo de noches en las que una se va abandonando, sin saber a qué y por qué, yo las había bautizado con tu nombre. Leo versos con síndrome de guerra:

"Qué triste sería la vida
si no estuvieras tú
para destrozármela".

Juan Carlos Reche Cala.



sábado, 23 de abril de 2016

'A los paraguas les ocurre lo que a las personas: a veces no hay rasgo alguno de estropicio que explique su abandono. Y sin embargo, algo de estropicio hay en una precipitada soledad de acera'.


Debíamos llevar la pérdida
impresa en los huesos.

lunes, 4 de abril de 2016

[Que la vida te de todo lo que merezcas y que recojas un día lo que sembraste ayer.
Al menos por un instante se haga justicia en el mundo y que comprendas ahora lo que nunca quisiste entender.
Y que te falte el aire y que te ahogue el silencio y llores todos los días como me hiciste llorar a mí.
Que la vida te de lo que puedas aguantar y que comprendas ahora que siempre devuelve el golpe el mar.
Y sientas que te han usado y sufras sin remedio y que si es perra la vida se ensañe contigo un poco más.
Y que tus días se llenen de infinito desierto y que te abrase el frío que un día casi me abrasa a mí.
Y que te falte el aire y que te ahogue el silencio y llores todos los días como me hiciste llorar a mí.
Y que tus días se llenen de infinito desierto, y que te abrase el frío que un día casi me abrasa a mí].


https://www.youtube.com/watch?v=gmjKpbNHn3E

Xoel lo sabía

lunes, 14 de marzo de 2016

Epigrama personal

Siento una ansiedad breve por todos los poemas a los que no llego.
Lo mismo me ocurre con algunos hombres.

Yo lo noto: la tarde triste, jirón de mí.


sábado, 12 de marzo de 2016

Marzo

Hay una atmósfera terrible
que sostiene estos días.
Las calles se incendian,
trato de reconciliarme con esa parte
interna y déspota
que se resguarda plácida y serena.

Escucho otra canción que guarda tu nombre.

Estos días son los que me hacen más vulnerable
y todos guardan inevitablemente
un nuevo tacto: de posibilidades.

Escucho otra canción que olvida tu nombre:
suena casi como un pequeño milagro doméstico.


jueves, 3 de marzo de 2016

Ahora que te has marchado,
que suenan nuevas canciones,
que la vida parece una imagen hermosa y festiva,
un homenaje al instante,
un brindis al placer,
un poema denso de Bukowski.
Ahora que escribo con la emoción asistida,
que las palabras me sangran calladas, tiernas,
inverosímiles.

Ahora que suenan nuevas canciones
y apenas guardan sentido
en esta lucidez tan extraña.


"Hay un cielo de tormenta y sangre en el marcador,
una navaja con todas las hojas abiertas: te juro que estoy mejor". 
(Q. González)

martes, 23 de febrero de 2016

Recapitulo

Ya puedo sentir la tierra seca,
el asco que late a destiempo,
el frío insolente que amarra,
los paraísos ajenos,
el semen que desborda,
la boca que me da de beber.

Te he visto cruzar en desasosiego
por todas las paradas de la ciudad.
Existimos. Por fin existimos.

Ya puedo sentir el vaivén de las olas,
la ternura derramada en tus labios,
la abrasiva mañana,
el infierno,
el semen que desborda,
la boca imprecisa que no me alimenta.

Te he visto cruzar con certeza
por todas las paradas de la ciudad.
Existo. Por fin existo.