No sé cuántas veces me he enamorado. Me resulta muy complejo cuantificar las emociones. ¿Es posible hacer un análisis cuantitativo del amor, un análisis exhaustivo de variables abstractas y extraer conclusiones irrefutables? Todo esto se me torna conceptual e irrelevante.
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A veces pienso: ¿hablarás con tu pareja del último libro que leíste? ¿hablarás con ella de ciertas dinámicas de poder invisibles que nos condicionan? ¿hablarás con ella de un sistema opresivo e insensible, con una carga de violencia significativa, pero imperceptible? ¿hablarás con ella de ese verso atroz que te removió por dentro? ¿hablarás con ella de la corriente estructuralista, de cómo los fenómenos socioculturales parten de un sistema subterráneo de interrelaciones? ¿hablarás con ella de que el género proviene de un sistema de control panóptico? ¿hablarás con ella de que la genealogía de nuestras prácticas sexuales proviene de una óptica basada en la sumisión heteropatriarcal? ¿hablarás con ella de que a veces lo normativo y lo identitario confluyen? ¿hablarás con ella de la relevancia de la literatura vivencial? ¿hablarás con ella de que el sexo es sexo y que la política es política? ¿hablarás con ella de que el deseo se configura, a veces, como acción? ¿hablarás con ella de que toda mujer ama a un fascista?
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Es para siempre lo que nunca pasó. Lo leí en unos baños de Lavapiés.
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Escucho Lux mientras contemplo un amanecer rojizo e imperecedero. Observo las nubes bajas en las montañas de la sierra madrileña y siento trascendencia y frío, ese frío que me atenaza, aunque el cuerpo me hierva. Siento trascendencia y una sensación extraña y anodina que me recorre y pienso que es hermoso estar viva y contemplar una suerte de milagro ordinario.
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«Yo soy la fuerza del pasado. Sólo en la tradición está mi amor. Vengo de las ruinas, de las iglesias, de las palas del altar, de los pueblos abandonados en los Apeninos o los Prealpes, donde han vivido los hermanos». Escribe Pasolini.
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Hace algunos años E. me recomendó La lluvia amarilla de Julio Llamazares. Cuando lo terminé, le escribí para comentarle mis impresiones sobre él. Pienso que esto es posible porque hay amores que prescriben por el bien de una convivencia pacífica. Contigo jamás podré hacerlo y siento pena.
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Me despierto muy temprano, apenas ha amanecido. Me masturbo. Desayuno. Paso algunas calificaciones al cuaderno del profesor. Leo Cambiar de idea de Aixa de la Cruz. Pienso en el marco teórico que domina y cómo desearía tener ese acervo cultural. Me ducho. No me lavo el pelo. Me hago un moño desenfadado. Cuando salgo de la ducha, contemplo mis canas en el espejo y la piel flácida y la grasa trémula. Me echo desodorante en unas axilas prepúberes a causa del láser. Suena Los valientes en acústico de McEnroe. Me echo crema corporal. Reconozco una melancolía irremediable.
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Dice Julio Llamazares: «¿por qué evocar ahora un tiempo que no existe, un tiempo que es arena sobre mi corazón?»